Maldita la hora en que mi mirada se fijo en tu sonrisa, maldigo el día en que tus ojos se fijaron en mi cuerpo. Tú, y solo tú, has sabido encontrarme. Comprenderme. Y por eso, te odio, y no sabes cuánto. Intento desentenderme de ti, olvidarme, pero eres como una droga. Cada vez quiero más, y más de ti. Ansío oler tu piel y besar tu cuello, quiero oír un te quiero susurrado al oído. Pero quiero no quererlo, no quererte.
No puedo, y poco a poco, voy sucumbiendo a ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario